Stat rosa prístina nomine. Nomina nuda tenemus....
Con esta frase latina termina la novela El Nombre de la Rosa, de Eco. En una traducción libre al español podríamos decir: "De la rosa no nos queda sino el nombre". Una de las grandes novelas del siglo XX termina con un verso, un enigma sujeto a muchas interpretaciones: el laberinto de sus pétalos como analogía de la biblioteca, la rosa como encarnación de la virgen María....Si bien la más plausible es que la rosa sea una alusión a la riqueza espiritual contenida en la biblioteca que perece para siempre en el incendio, quedando solo su recuerdo....
Una rosa, tan pequeña y perfecta. Tan simple y compleja. Capricho de la naturaleza y obra de ingeniería. Ella es la que decora y a la vez da sentido a esta tarta. Por ella empieza y acaba. Por eso cuidamos que salga perfecta, porque los detalles, la terminación, el cuidado, es lo que da sentido a la creación...
Todo eso me viene a la cabeza al ver cada una de las rosas que culminan esta maravillosa tarta nupcial. De lo pequeño a lo grande, del detalle al conjunto. Y de estas rosas quedará algo más que el nombre: su recuerdo (en vista gusto, olfato....y emoción).
Y el conjunto es espectacular. Y brillante, como muestra esta foto tomada con flash. Si la rosa, como ideal de belleza, de pureza y felicidad es sinónimo de boda, y no se entiende una boda sin tarta nupcial, que mejor que esta sea memorable.
Y la tarta no iba sola. Un escuadrón de cupcakes en tonos a juego (lilas malvas, rosas...) la escoltaban en su misión: hacer de esa boda algo inolvidable.
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