Viajar, para la mayoría, supone un inmenso placer, eso que deseamos hacer todo el año, una ilusión que siempre nos acompaña. Sin darnos cuenta estamos allí sin dejar de estar aquí.
Para celebrar el retiro en la función pública de Gonzalo nos encargaron una tarta de fondant en forma de maleta. Una maleta donde guardar todas esas ilusiones, esperanzas, buenos deseos y, como no, deliciosos sabores. No nos quedamos a averiguarlo, pero creo que todos se llevaron un trocito de esa ilusión en su.... ¿estómago?, ¿corazón?
Como nos quedó también (modestia aparte) nos permitimos dedicarle una entrada exclusiva y adjuntar unas fotos de detalles. No falta nada de nada, vamos que ni Louis Vuitton.
Además es muy práctica: si al facturar descubres que has de pagar tasa por exceso de equipaje, puedes comerte algún cachito o compartirla. Embarcarás con la mejor de las sonrisas.
P.E.: Parece que el mismo Tintín se la ha dejado olvidada en la mesa del comedor. ¿Verdad?.
